domingo, 29 de marzo de 2009

COMUNA 13: CRÓNICA DE UNA GUERRA URBANA

La comuna 13 está aun marcada por el estigma de la guerra de hace unos años y esto es un hecho evidente en aquellas personas que vivían en lugares aledaños a la comuna como en el Barrio Cristóbal o en Santa Mónica que hacen parte de la América y que se vieron afectadas sin ser precisamente los desplazados o las victimas directas de este problema.

EL LIBRO
Comuna 13: crónica de una guerra urbana, de Ricardo Aricapa, es un texto lleno de tesoros en cuanto a tesminomios y a anécdotas de las victimas que allí habitaban, si bien cuenta con muchas fuentes oficiales, las palabras y el protagonismo que el autor le dio a los habitantes se convierte en la esencia que nutre y logra plasmar con total realidad los hechos.

Cualquier persona que viviera en Medellín en aquella época conocía más o menos lo que estaba sucediendo por la información que brindaba los medios de comunicación; sin embargo, por evitar el amarillismo y por ocultar algunos sucesos que al Estado no le convenía que saliera a la luz pública porque quedarían como unos incompetentes ante la sociedad, no eran nisiquiera nombrados para evitar alarmar al resto de la población.

Además, desde siempre el contrabando ha sido una realidad por la falta de recursos económicos y la poca cobertura que se daba por la ausencia del Estado en los barrios periféricos de la ciudad. Tan es así que la gente no sabia bien quien era Luis Pérez Gutiérrez, el entonces alcalde de Medellín, llegando a pensar que él vivía en Bogotá.

Aricapa es muy preciso en fechas, lugares, datos estadísticos y nombres de figuras públicas, los demás nombres que aparecen en el libro no son reales por seguridad de quienes contaban sus propias vivencias, esto se podía percibir en lo riguroso que era al citar las fuentes oficiales de las cuales había tomado la información.
BIEN DICE EL DICHO...
“Pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”, tal vez por eso es que Ricardo hace una investigación tan profunda que deja ver las ruinas que dejo esa guerra y que indudablemente puede llegar a cuestionar al hombre sobre el daño que muchas veces ocasiona.

Luz Dary, Emilse, Esperanza, Marco Aurelio, los paracos, los milicianos y hasta el padre Arroyave son los protagonistas de sus propias historias que para cualquiera de nosotros o para cualquiera que lea este libro pueden ser crueles pero no irreales.


LA MAFIA DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN COLOMBIA

Entre el cómo es y cómo debería de ser la labor de los medios de comunicación en el mundo, y especialmente en Colombia, hay una gran y evidente diferencia donde es vulnerado el derecho a informar y ser informado.

¿Y LA LEY?
En la constitución política de Colombia, como principio fundamental se encuentra el artículo 20, donde se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial, y la de fundar medios masivos de comunicación. Estos son libres y tienen responsabilidad social. Se garantiza el derecho a la rectificación en condiciones de equidad.

Pero en nuestro país, el infringir la ley más que un delito parece ser un deber. Las empresas periodísticas brindan información veraz e imparcial según les convenga a sus patrocinadores, tienen responsabilidad social, pero al momento de denunciar abusos del Estado hacia la sociedad, callan o prefieren no publicar la información para evitar lidiar con rectificaciones o denuncias.

“No habrá censura”, con esto finaliza el artículo 20 y a su vez la labor de los medios de comunicación en Colombia.

LA PERDIDA DEL RUMBO
Hace algunos años los medios de comunicación eran censurados por los narcotraficantes, con la muerte de sus periodistas, con atentados a sus sedes o con el retiro del apoyo económico, porque muchas de las empresas periodísticas de la época, y de hoy, son patrocinadas o sostenidas por la mafia.

Cuando un periodista decide publicar un hecho debe de pensar en sus fuentes informativas, en los dueños del medio para el que trabaja, en los anunciantes, en el público, en el Estado y en sí mismo. La información que presentará no podrá perjudicar a los que literalmente sostienen el medio, porque de otra forma estos retirarían su apoyo. ¿Qué le toca hacer?, no presentar todos los detalles del hecho, es decir, engañar al público.

¿Y AHORA QUÉ ?
Los medios masivos de Colombia cada vez más se alejan de la idea de servir al ciudadano y defender sus intereses frente a las actuaciones de un Estado, pues de alguna manera se han convertido en sus fichas de ajedrez, sirviéndoles a los grupos económicos que son quienes tienen la propiedad y control sobre la información y dejando de lado al público quien es realmente a deberían servir.

AL RITMO DE LOS SANTOS

La plazuela San Ignacio, ubicada en la carrera 44 entre las calles 48 Ayacucho, es un lugar lleno de ritmos y sonoros detalles, apenas abre la luz del día comienza el movimiento de este sitio, el desfile de personas que se cruzan entre si y apenas se escuchan los pasos, taconeos y chancleteos, acompañados por el arrastrar de las carretillas en las que transportan los productos que allí se ofertan, camina la gente por la plaza y ahuyentan las palomas que se posan en el centro del parque.

Sobre la estatua de Francisco de Paula Santander reposan las palomas, las mismas que zurean, y que atacan con vuelos bajos a los transeúntes a ellas se suma el ruido de los carros, las motos y los buses que desentonan y pierden el ritmo musical que allí se percibe.

UN SANANDRESITO...
“Un tinto por favor… sí claro con mucho gusto”, responden al cliente; caen las monedas al tarro como panderetas desentonadas, termina el tinto y aplasta el vaso, lo tira al suelo y junto a las hojas que han caído de los árboles es barrido por la señora que hace el aseo. La escoba roza y roza el piso, como lo hace el tridente al güiro.

El lustra botas sacude el cepillo como maracas sobre los zapatos es, el colgar y descolgar de los teléfonos públicos como bombos de bandas hacen juego con los pitos de los carros y las sirenas de las ambulancias que se asemejan a un xilófono agudo, acompañado del falso sonido de tambores que producen los helicópteros.

“300, cinco 41”, mientras Diego los digita en el celular para la venta de minutos, tiene varios atados a unas delgadas cadenas que proviene de su chaleco naranja donde tiene el anuncio de minutos a 250. Diego trabaja en la plazoleta y sus alrededores desde las 6 de la mañana hasta las 7 de la noche con un descanso de dos horas para almorzar. Números y más números es lo que escucha y es lo que marca en cada oportunidad. “No contestaron, se fue a buzón, ¿me vende un minuto?, ¿cuanto es?, Qué le debo, no tengo los 50, es el sonsonete de todos los días.

EL FINAL DE LA MELODÍA
Faltan pocos minutos para las 7:30 de la mañana hora en la que empieza la primera misa del día, suenan las campañas y se abren las puertas, acompañados por la música incidental de la iglesia se escuchan las plegarias de los creyentes que con una vela encendida esperan el milagrito.

Rechina la caja de cambios del bus y gira la registradora, arranca y se pierde en la congestión del tráfico de la ciudad el cantar de las palomas y pájaros que amenizan la estadía en la plazoleta San Ignacio.

domingo, 1 de marzo de 2009

ENTRE SEÑAS, LETRAS Y BASTONES

La institución educativa Francisco Luis Hernández Betancur, más conocida como “Ciesor”, la única escuela en Medellín de su tipo, ubicada en campo Valdés, que lleva más de 80 años al servicio de las comunidades, es un colegio cuya enseñanza esta enfocada a sordos y a ciegos.

LA INTEGRACIÓN…


En el 2002, por la ley 115, ley general de educación, por la resolución de municipalización, “Ciesor” se convierte en una escuela municipal, pero para poder seguir en funcionamiento, el Colegio debía estar regido a ciertas condiciones.

Una de ellas era darle atención y brindar educación a 800 estudiantes como mínimo. Para la fecha sólo se contaba con 600 de ellos, faltaban 200 si querían seguir con el colegio, por lo que les tocó recoger a estudiantes regulares e integrarlos con los sordos y ciegos, todo esto para el 2006.

LAS CONSECUENCIAS…


El cambio trajo consigo algunas desventajas, por el problema que era dictar clases en un salón integrado, todo un caos, la indisciplina de los oyentes no dejaba a los profesores dar la clase.

Pero a su vez muchos aspectos positivos en cuanto a la inclusión de estas personas a la sociedad.

En “Ciesor”, los oyentes aprenden toda la movilidad de un ciego, de donde se les debe coger para desplazarlos, además de aprender a saludar a los sordos. Muchos oyentes saben el idioma de las señas, así se comunican con sus compañeros de clase.

En el caso de los sordos, ellos han aprendido a relacionarse con los demás compañeros que son regulares, porque por lo general los sordos se agrupan, intentan siempre andar juntos y el tema de la integración les ha permitido incluirse en círculos sociales diferentes al de ellos.

EL APOYO…


Los avances de estos niños son bastantes, la institución les ha ayudado mucho en este proceso, pero la presencia de los padres es poca por no decir que nula, la gran mayoría de los padres de familia de los niños sordos no saben el idioma de las señas. En la casa a los niños los aíslan, porque no tienen la forma de comunicarse con ellos, entonces los evaden o los ignoran, los castigan sin motivo alguno.


Hoy día este colegio que ya cuenta con 786 estudiantes: 402 sordos, 41 ciegos y 342 oyentes, 41 maestros todos licenciados en educación especial, cinco intérpretes y cinco modelos lingüísticos, busca mejores posibilidades para sus alumnos, pues el mañana es un día incierto para estos niños que día a día buscan una inclusión en la sociedad colombiana, esperando ser tratados como personas normales y luchando contra la adversidad.

FLORES PARA ELLOS

Un grupo de mujeres, estudiantes de la Universidad Pontificia Bolivariana, crearon un movimiento. Trece mujeres, que se definen a si mismas como flores y que se diferencian por su color.

Amarilla, roja, blanca, violeta, naranja, rosada, escarlata, azul, entre otras, son las artífices de este movimiento, las mismas que se encargan una vez al mes de sacarle una sonrisa a los hombres recorriendo la cuidad de Medellín.

¿COMO NACE?...

La idea de este movimiento, que para muchas mujeres puede resultar como un atrevimiento, nació en las aulas de clase.

Luego de realizar un trabajo en grupo, dos compañeras, la “Amarilla” , Valentina Bustamante, y la “Roja”, Marcela Peláez, para terminar con pie derecho la función deciden repartir flores a los hombres asistentes.

“Yo seria feliz si repartiera flores en la calle a la gente y que a cambio recibiera una sonrisa”, terminando de decir estas palabras “Amarilla” compra un ramillete de flores del mismo color y comienza ese mismo día a repartirlas en el Parque del Poblado.

La flor “amarilla”, que se define así misma como una princesa que no se cansa de esperar, una mujer pasiva e inteligente, poco coqueta y a veces estúpida, no pensó que a este movimiento se le fueran a unir tantas mujeres, todas con la idea de acabar con un cliché cultural, el machismo.

OTROS MOVIMIENTOS...

Así mismo empieza en el 2004 en Sydney, Australia, un hombre que después de superar varios problemas personales y buscando un apoyo, decidió dar abrazos gratuitamente a la gente de la calle.

Los abrazos de este hombre, conocido como “One mann”, han roto las fronteras hasta convertirse en un movimiento mundial, Free Hugs Compaign, al que se le han unido varios países del mundo incluido Colombia.

EN OTRA VAINA...

Pero las flores no pretenden imitar a este hombre, han nacido con ideas muy distintas, acabar con tanto machismo, pero es muy difícil y más en una cuidad como Medellín donde la gente es tan conservadora.

No ha sido fácil, varias de las flores se han ganado insultos y calificativos de atrevidas, pero también sonrisas y buenos comentarios de parte de muchas mujeres que quisieran hacer lo de ellas.

Por ese tipo de comentarios es que Amarilla en compañía de sus demás compañeras salen cada mes, repartiendo flores, deteniendo el tiempo por un instante para sacar a las personas de lo cotidiano, cambiarle el momento al que esta triste y solitario y darles el mensaje de que el mundo es otra “vaina”.

LA SALUD, TODO UN NEGOCIO

En el siglo XXI un gran auge en la digitalización le dieron un giro al mundo donde la tecnología paso de ser un lujo a convertirse en una necesidad para muchos e impredecible para la ciencia de la salud.
LA HISTORIA...

En la antigüedad la medicina se valía de hierbas y minerales para curar las dolencias que aquejaban a las personas, las mismas que por el hecho de contraer una epidemia eran catalogadas impuras o hijos del mal.

Muy parecido es hoy en día la medicina bioenergética, donde las enfermedades del paciente son tratadas con elementos naturales, pero con la diferencia que para los bioenergéticos y los médicos en general, cualquier persona puede sufrir un desequilibrio físico y mental, por lo que requiere de especial cuidado y atención.
LOS AVANCES...

Con la digitalización, se paso del bisturí al láser, de la anestesia con éter gota a gota a una anestesia intravenosa, del papel al computador ahorrando horas enteras en la búsqueda de información, de diagnósticos lamentables a tratamientos posibles, de centros de salud con dotaciones precarias a clínicas con tecnología de punta, de médicos generales a médicos especialistas.

Son muchas las ventajas que han traído los avances tecnológicos a la medicina, pero a su vez se ha perdido el trato humano, ese trato personal que tenía el médico con su paciente donde no sólo le preocupaban sus dolencias sino también su estado emocional.

LO QUE SE HA IDO PERDIENDO...
Mirar a los ojos, estrechar la mano al saludar y decir su nombre para conocimiento del paciente, son aspectos que han pasado a un segundo plano, por estar pendientes del poco tiempo que se tiene y de la próxima cita.

En cierta medida el médico se ha ido deshumanizando por la tecnología, hasta el punto de convertir a la salud en un negocio.

Un médico que realice una buena práctica debe tener presente y en equilibrio constante, el trato humano y los instrumentos médicos necesarios para la atención especial de pacientes, dándole la satisfacción a éste que eligió al doctor ideal, y al médico que realizó su mejor labor.

EL JORDÁN: UN SIGLO DE TERTULIAS

La nostalgia parece invadir los habitantes del barrio Robledo, en la carrera 65 con calle 83, el sueño de la familia Burgos y las historias de muchos antioqueños congregadas en un solo lugar, desaparecieron con el cierre del bar más antiguo de Medellín.

LO QUE NOS QUEDA…

El Jordán consumido por el tiempo y el polvo, es el reflejo de la incesante lluvia que trajo abajo sus paredes de tapia, bareque y boñiga. Sus puertas y el techo que alguna vez acogieron a importantes personajes como Tomas Carrasquilla o Jorge Eliécer Gaitán, hoy se encuentran agrietados.

El piano y la vitrola, las sillas de montar y las herraduras que eran la decoración del lugar hoy se encuentran cubiertas por capas de suciedad, donde la humedad y la maleza se apoderan de las últimas baldosas que lo tienen en pie.

Del sonar del bambuco y los pasillos se pasó a un silencio que acaba con la esperanza de muchos clientes que esperan ser recibidos, como era costumbre, con un aguardiente en la mano.

LO QUE ALGÚN DÍA FUE…

El Jordán fue fundado en 1891 en toda una esquina de la loma de Robledo, por Rubén Burgos.
Contaba con tres salones para comer y beber, billares dispuestos para el entretenimiento y en la parte trasera, dos piscinas que eran bastante concurridas, ya que para la época de los 50 y 60 era el único lugar que contaba con este tipo de lujos.

El bar adquirió tanta importancia que muchos de los edificios, farmacias y tiendas de abarrotes que lo rodean tomaron su mismo nombre.

Lo que empezó siendo un sueño para Rubén término siendo un lugar representativo para toda la ciudad.

EL OCASO…

En el 2007 llega la navidad y con ella el cierre del Jordán, La familia Burgos recibió varias propuestas por parte de constructoras privadas para la demolición del lugar, pero fue el Municipio de Medellín el que se puso al tanto de los hechos y entró en conversaciones con la familia.

Como biblioteca pública, café internet o museo podría quedar funcionando, eso lo decide el Alcalde y la Secretaria de Cultura Ciudadana del Municipio de Medellín, que son las encargadas del proceso.

De 116 años de historia sólo queda en el recuerdo la nostalgia de verlo muerto.